Atención y concentración no son procesos sicológicos diferentes, más bien sería etapas de un mismo proceso.
En tanto la atención se puede definir como la capacidad de seleccionar la información recibida a través de los sentidos y que nos permite dirigir y controlar los procesos mentales, la concentración es la capacidad de mantener la atención focalizada sobre un objeto o sobre la tarea que se esté realizando.
Como vemos, ambos fenómenos se encuentran íntimamente ligados y condicionados por la existencia de un estado de conciencia clara.
También el nivel de inteligencia y el estado de ánimo juegan un papel fundamental en la atención y la concentración.
En condiciones normales, el individuo está sometido a innumerables estímulos internos y externos, pero puede procesar simultáneamente sólo algunos, los que selecciona entre aquellos que implican sorpresa, novedad, peligro o satisfacción de una necesidad.
La selección de esos estímulos depende:
a) de las características del estímulo
b) de las necesidades y experiencias del sujeto
c) de las demandas del medio.
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